Cuece las láminas de lasaña en agua con sal de 5 a 7 minutos y luego déjalas enfriar. Cúbrelas con papel de aluminio para que no se sequen.
Corta las salchichas por un extremo y exprímeles la carne. Fríelas con cebolla, tomillo y ajo en aceite de oliva. Añade los tomates y la salsa de tomate y deja que todo se reduzca un poco. Salpimenta y deja enfriar un poco.
Corta dos tercios de las láminas de lasaña en diagonal, partiendo desde el centro para crear triángulos. Forra con estos triángulos una fuente de horno engrasada (diámetro: 24 cm).
Corta el último tercio de las láminas de lasaña a lo largo en tiras de 1 a 2 cm de grosor.
Reparte la salsa de carne sobre los triángulos de lasaña de la fuente y espolvorea con mozzarella rallada y parmesano. Luego mezcla la ricota con la pimienta y la albahaca, y vierte todo en una fuente de horno. Alisa la superficie con suavidad y sazónala con pimienta. Vuelve a esparcir la mozzarella rallada y el parmesano en la fuente. A continuación, añade una capa de salsa de carne por encima.
Coloca una rejilla hecha de las tiras de lasaña sobre la bandeja de hornear. Corta la masa que sobresale de los bordes y barniza la rejilla con mantequilla derretida. Introduce la fuente en el horno a 180 °C durante 45 minutos con el calor de arriba y abajo activados.
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¡Qué buena idea lo de la rejilla de pasta! ¿No crees? Este abundante pastel es una gran alternativa a la lasaña tradicional. Definitivamente tienes que probarlo.